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martes, 18 de agosto de 2020

INOLVIDABLE

El viento acariciaba mi piel.
Allí atada al árbol al aire libre,
sólo estábamos mi Señor y yo.
Todo era tan mágico, soñé tanto con ese momento, 
que me parecía una fantasía estar allí.

Antes de empezar, me estuvo hablando, suavemente,
con mucha calma, pero con una seriedad, que erizaba el vello .
Sus palabras fueron sencillas... relájate y siente.

Al llegar a su casa de campo, me enseñó todo,
 primero me volvió a repetir,
 si tenía claro cuál era la palabra de seguridad.
Asentí y me dijo que lo dijese en voz alta.

.- Sí mi Amo, la palabra es... Rojo.

Escogimos la más común, los colores del semáforo.
Verde... seguir.
Ámbar... seguir pero con precaución.
Rojo... parar al instante.

Tras la charla y tenerlo claro,
 me ordenó una ducha sin mojarme el cabello.
Salí de la ducha desnuda,
 Él estaba sentado en el borde de un sillón,
 me hizo una señal con el dedo para que fuera hacia él y así hice.

En un abrir y cerrar de ojos, me posó sobre sus rodillas.
 Creí que me iba a azotar y empezó a hurgar con sus dedos en mi coño,
 ya super húmedo, sentí vergüenza por un instante,
 ése hombre hacía que me mojara con solo mirarme. 

Mi cuerpo estaba muy receptivo,
 a pesar del pudor que me hacía sentir.
 Que él notara que lo deseaba con toda mi alma,
 era algo que me gustaba y siempre conseguía,
 con su manera de tratarme y usarme.
 que olvidara ese pudor por completo.

Su descaro era pura prepotencia,
 sabía que mi rostro estaría rojo y eso le encantaba.
Llamarme zorra y que fuera soez era algo que a ambos nos podía,
 a Él le ponía la polla bien dura y a mí,
 simplemente parecía una perra en celo,
  deseosa de ser sometida y follada sin piedad.

Empezó metiendo sus dedos empapados de mis jugos en mi boca,
 para luego saborearlos él.
Metió un dedo en mi culo,
 luego dos, luego tres y empecé a sentir dolor,
 cuando di un respingo al sentir algo frío entrar en él. 
Escupió su saliva en mi agujero,
 para que el plug de mi colita de zorra pelirroja,
 entrara con mejor facilidad
 y lo apretó hasta el fondo casi sin parar,
 me gustó tanto como dolor me produjo.

Me levantó de sus rodillas,
 me dió la vuelta y ató primero mis manos juntas
 y preparadas para ser atadas a algo,
me puso una mordaza de una bola enorme,
 creí que me iba a partir la comisura de los labios,
 de lo grande que era,
 no pude más que asentir que sí con la cabeza,
 al preguntarme, si quería seguir.



Me sacó al jardín y al contacto de la luz del día,
 por un instante me cegó, pero duró poco,
 pues me puso un antifaz muy bien apretado,
 parecía totalmente de noche, estaba cada vez más mojada,
 la verdad ya chorreaba por mis muslos esos flujos que me tenían tan perra.

Me acercó a un árbol (el cual preparó mientras me duchaba)
 que parecía haber sido guiado para tener las ramas donde debían.
Sentí como el viento movía sus hojas y olí su aroma a verde.
 Sobre una rama alta colgaba una argolla,
  por donde metió la cuerda que sujetaba mis muñecas,
 tiró de ellas y me dejó casi al límite de mi estatura.
A ambos lados del árbol había una raíces,
 las cuales contenían unas argollas en el suelo,
en las cuales había encadenados unos grilletes 
aferrando mis tobillos con las piernas bien abiertas,
 lo suficiente para dejar mi coño bien expuesto
 y poniéndome casi de puntillas.
Dichoso árbol, parecía hecho a mi medida y
cómo mi cuerpo se adaptó a él. 




Se hizo tal silencio que creí estar sola,
 pero no podía hablar, no por la mordaza,
 si no porque lo tenía prohibido si no era algo urgente.

Sentí pasos... tacones?

Oí murmullos y casi por instinto presentí alguien delante mía
 y segundos después,
 sentí una lengua hurgar en mi coño chorreante de mis flujos.
 Aquella lengua devoraba mis labios,
 con sus dedos los abría y pellizcó mi clítoris,
 aún con la mordaza, se me escuchó un grito ahogado,
 pues tras el pellizco, lo mordió.

En ése momento de la misma excitación,
 empecé a llorar y mientras aquella persona me comía el coño,
 por su manera de azotarme,
 supe que no era mi Amo el que me azotaba con el látigo mi espalda y mi culo.

Al borde del orgasmo pararon y suspiré llorando tras la mordaza.

Unos segundos después que me parecieron eternos,
 me elevaron mi culo hacía atrás y me quitaron mi cola de zorra
 y sin piedad alguna, me embistieron,
 entrando y saliendo de mi culo con dureza,
 me dolía, pero no deseaba que parara,
 a la vez que esa boca volvía a comerme el coño con voracidad
 y hundiendo tres dedos dentro,
 follándome los dos a la vez, estaba que no podía más
 y oí a mi Amo decir mientras me follaba sin piedad mi culo... 

.- Córrete perraaaaaaaa... yaaaaaa!!

Y estallé en un orgasmo que me hizo perder toda autonomía de mi cuerpo,
 caí colgada sobre mis propios brazos,
 al instante alguien soltó la cuerda que me tenía suspendida
 y mi Amo me apoyó sobre su cuerpo
 y volvió a susurrarme al oído...




Feliz cumpleaños mi perra.


Creado  por irishada irishada  @}-´--